Algunos memoriosos recordarán los licores hechos en Paramonga que lucían en su etiqueta la imagen de un emplazamiento bélico de estilo prehispánico. El dibujo no era gratuito, pues a este distrito del norte de la Región Lima se le identifica, después de la industria azucarera, con el resto arqueológico llamada popularmente Fortaleza de Paramonga.
El sitio es visible desde la carretera Panamericana Norte, al borde del kilómetro 203, casi en el límite entre Lima y Áncash. Incluso el cartel que señala la existencia de la fortaleza hace hincapié en que estamos en la frontera sur del reino Chimú, los posibles primeros usuarios del lugar.
El complejo abarca varias edificaciones de adobe, la mayor parte cubierta por la arena, que se emplazan a ambos lados de la pista. Sin embargo, la construcción principal que algunos consideran una pirámide se mantiene muy visible. Difícil que no lo sea, puesto que alcanza una altura de alrededor de 30 metros y lo conforman cinco niveles de plataformas de ladrillos.
Aunque la dimensión de la fortaleza pueda asustar a los posibles visitantes, recorrerla no es una actividad física exigente. Lo que sí demanda el paseo es estar atento al camino, pues la falta de señalización convierte a las gruesas paredes y explanadas en un laberinto para quien no conoce el lugar.
¿Templo o cuartel?
Carlos Sipán, funcionario de la Municipalidad de Paramonga que nos sirvió de guía, explica que algunos ponen en duda que el lugar haya tenido un fin bélico. Más bien, se asegura que era un templo y observatorio astronómico. Refuerzan estas hipótesis, dice, la forma de camélido que tiene el complejo desde una vista aérea y la tradición oral que relata complicados ritos religiosos en la plataforma más alta.
Más allá de estas especulaciones, lo que es evidente es que desde este emplazamiento se puede dominar visualmente una importante parte del valle. Fácil imaginar lo llamativo que habrá sido descubrir en el horizonte esta edificación con su color original, el rojo.
Lo impresionante de su arquitectura dio pie para que los conquistadores españoles la consideraran un baluarte de las tropas del inca. Como curiosidad hay que señalar que el apelativo de fortaleza no se limitó a este sitio prehispánico, sino que abarca hasta el día de hoy a todo el valle. El nombre de Paramonga del distrito parecer ser posterior y derivar de la hacienda azucarera.
Visitas y riesgos
Carlos Norabuena Vásquez, guardián del complejo contratado por el INC Áncash, comenta que las fechas en que arriban más visitantes son Fiestas Patrias y Semana Santa. Aunque no tiene estadísticas, menciona que en verano baja la afluencia, pero en invierno es constante por las visitas de colegios de la provincia de Barranca y la cercana Huarmey. No obstante, el sitio no ofrece guiado ni folletería.
En la actualidad, quedan escasas áreas de las paredes que mantienen el recubrimiento rojo original. Lástima que desadaptados se dediquen a pintarrajear sobre ellas. Similar peligro corren los ladrillos actualmente al aire libre. Los lugares más vistosos arquitectónicamente reciben mayor ensañamiento de irresponsables visitantes.
Otro problema que ha sufrido el lugar es la falta de criterio para su puesta en valor. Por ejemplo, hace unas décadas una autoridad local, con la mejor voluntad, quiso mejorar el piso de una de las plataformas. Cambió los adobes que habían soportado siglos por piedras, rompiendo la armonía y alterando para siempre el vestigio arqueológico.
A esto hay que agregar que los cultivos de caña de azúcar están pegados al complejo, dejando prácticamente nada como zona de amortiguamiento.
Dato & cifra
-El cronista Pedro Cieza de León cuenta que sus paredes estaban decoradas con dibujos zoomorfos.
-3.50 nuevos soles cuesta el ingreso general. Un nuevo sol para escolares.