A Henry Gonzales le cuesta encontrar las palabras para describir lo que está viendo en estos días. En sus más de veinte años de experiencia cremando cadáveres, nunca tuvo al frente algo parecido. Si antes de la pandemia por el COVID-19 atendía en promedio a 10 o 12 cuerpos por día, hoy recibe el triple. Solo el miércoles pasado, nos dice, incineró a 35 y tuvo que pedir a los hospitales que ya no le enviaran más. Al otro lado del teléfono le dijeron que había 90 en espera.
Gonzales dirige el crematorio que, tal vez, recibe más fallecidos a causa del COVID-19 o sospechosos desde que se declaró el estado de emergencia. Sus tres hornos están en el interior del cementerio PNP Santa Rosa, en Chorrillos, y desde allí recibe los cadáveres que sus furgonetas recogen o que le envían los diferentes mortuorios de Lima. Su personal sigue siendo el mismo, entre 20 y 25 trabajadores, pero ha tenido que establecer tres turnos para que puedan darse abasto ante la alta demanda.